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23 enero 2020

HIEROBOTANICON.

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Utilizando el título del libro escrito por Olivo Celso en 1745 quien trataba las hierbas sagradas en la cultura europea de su época, así como las correspondientes al judaísmo, ya que tiene un apartado para ello. Por nuestra parte daremos algunos apuntes, pero aplicado al mundo romano. 


VERBENA OFFICINALIS (Verbena común o sagrada).


Era una planta importante en Roma, ya que en con ella trazaban coronas sagradas que eran usadas en las ceremonias religiosas. Sin embargo, Serv., “Comm. Aenn”, XII. 120, “Abvsive tamen iam vocamvs omnes frondes sacratas”, esto es, no debemos llamar verbena a todas las plantas con las que se realizaban coronaciones sagradas, que también se realizaban con laurel, olivo o el mirto. Servio, de esta forma, plasma la ignorancia general de los romanos en denominar que toda corona estaba fabricada con verbena, avisando que hay otros materiales para ellas.



La verbena se ha asociado durante mucho tiempo con las divinidades. Se la llamó “las lagrimas de Isis” en el antiguo Egipto, y en Roma se la denominó “las lágrimas de Juno”. También en Grecia era considerada como una planta sagrada ya que era dedicada a Eos Erigeneia (la de los dedos rosados, "rododactylos"), diosa de las primeras luces del amanecer (Homero, “Odisea”, XIII. 93). Incluso en el paleocristianismo se creía que fueron utilizadas para curar las heridas de Jesús tras su bajada de la cruz. El motivo, quizás, por el que sea considerada sagrada, es que es capaz de crecer en suelos pobres, dando vida y color a sitios que son incultos, creciendo al borde de los caminos.


Plinio describe la verbena como una de las plantas que adornaban los altares de Júpiter, sin embargo, muy seguramente adornaban casi todo tipo de altares dado que Júpiter estaba presente realmente en todos los sacrificios habidos en Roma. También Plinio en su “Historia Natural” cita que esta planta, aparte de ser sagrada, era purificadora y curativa, a fin de aumentar el ánimo de los que estaban en esa habitación (por su alto olor, sobre todo las blancas o moradas, como sabemos hoy) e incluso consumida por los druidas cuando iban a realizar las profecías.


Una de las coronas de verbena más utilizadas era para el “fetial”, que también explicamos hace tiempo aquí. Dado que, al ser una planta sagrada propia de Júpiter, esta corona reforzaba el apoyo y autoridad legal que tenía per sé los “fetiales” cuando iban a declarar la guerra o la paz. Por último, la verbena era también utilizada como elemento de limpieza ritual en los altares y de alrededor. Y como cualquier planta sagrada, debía cortarse sin utilizar el hierro (“sine ferro”, dado que este metal era considerado impuro y vinculado con la muerte), recogido con otro instrumental o con la mano.


LAVRVS NOBILIS (Laurel).



El laurel es también una planta sagrada pues es el símbolo de la sabiduría divina, la adivinación y por tanto vinculado a Apolo. Tres ramas de laurel eran colgadas con un cordón rojo por los campesinos cerca del campo para propiciar las buenas cosechas. Utilizado para la coronación de vencedores atletas, en circo, teatro pues también se coronaban los artistas, tradición que vino de Grecia. Por ello, los generales y emperadores triunfantes en batallas o en sus coronaciones como emperadores, eran con el laurel, por ese significado del vencedor frente a sus enemigos u otros aspirantes al trono.

En nuestra tesis escribíamos, “el quemar el laurel era considerado como sacrilegio, aunque el crepitar del laurel al quemarlo era considerado buen augurio (Lucrec., VI. 154-155: Nec res ulla magis quam Phoebi Delphica laurus, terribili sonitu flamma crepitante crematur). Viene esto al caso de que encontramos opiniones contrarias en Plinio donde aconseja que no se debía quemar laurel ni olivo, ni siquiera en los propios altares para aplacar a los dioses, además que el laurel daba buen resultado al quemarlo, pero nefasto si se quema su madera (Plin., N.H., XV. 135)”. “El uso del laurel y las hierbas sabinas, que eran plantas aromáticas que sustituían muchas veces al incienso, así como coronas de flores”.


JUNIPERUS SABINA (Sabina).



Estas hierbas eran sagradas, pero no por el uso decorativo o por ser vinculada a alguna divinidad, sino porque eran utilizadas para quemarlas en los incensarios sobre altares, dado que su olor era considerado como purificador. Muchas veces, cuando no se tenía mirra a mano, era un buen sustituto por el humo que desprendía junto con la salvia.

OCYMUM BASILICUM (Albahaca).



Su nombre deriva del griego “planta de reyes” ("basilikos -Basiliscum”), como lo menciona el filósofo y botánico griego Theophrastus, en el siglo III a. C. Traída desde la India por comerciantes desde época de Alejandro Magno, teniendo constancia entre los egipcios, griegos y romanos por su sabor y propiedades curativas. La santidad de la albahaca también fue tenida en alta estima por los egipcios, quienes la usaron para la preparación de bálsamos usados para embalsamar a los muertos. Para los griegos y romanos, creían, fijaos qué curioso, que debía ser plantada pronunciándose insultos y maldiciones (de esto hay que documentarse mejor). Sin embargo, Colummela explica que es una planta que ha de sembrarse en abundancia, “después de los idus de mayo hasta el solsticio de verano”. Era una planta sagrada y mágica vinculada con Venus, debido al olor que desprende, por lo que debía ser tratada con sumo cuidado y nunca cortada con el hierro, dado que este metal deshiciera todas sus cualidades sagradas. De hecho, hoy en día podemos comprobarlo cortando esta planta con un cuchillo de hierro, debido a la oxidación, inmediatamente se vuelven negras, por lo que el ingrediente solo debe cortarse a mano.


Nuevamente Plinio nos habla que las semillas de la albahaca era un fuerte afrodisiaco, algo que nos ha llegado hoy en día, dado que algunos ganaderos dan estas semillas a caballos, burros, etc. para potenciar su fuerza sexual en periodos reproductivos. Hasta también existe un potenciador de la lívido para personas realizado con Albahaca santa (“Holy Basil” de la marca Quality Herbs). Catón nos cita su valor curativo, junto con otras hiervas como el laurel para sanar a los animales de granja, Catón, “De Re Rustica”, LXXIII, 70.

Gracias a estas propiedades afrodisiacas, se convirtió en el verdadero símbolo de los amantes. Incluso los galos pensaban que la albahaca era una planta sagrada, tanto que sus hojas fueron cosechadas solo por aquellos que habían seguido un complejo ritual de purificación. Los galos cultivaron albahaca en julio / agosto hasta que floreció. Los recolectores de esta planta sagrada tuvieron que someterse a estrictos rituales de purificación: lavarse la mano con la que había que recoger las plantas en el agua de tres manantiales diferentes, vestirse con ropa limpia, mantenerse a cierta distancia de las personas impuras (por ejemplo, las mujeres durante la menstruación) y no usar herramientas de metal para cortar los tallos.


MYRRHA (Mirra).


Mirra también conocida como Esmirna (griego antiguo: Σμύρνα; Smýrna), es la madre de Adonis en la mitología griega. Fue transformada en un árbol de mirra después de haber tenido relaciones sexuales con su padre y dio a luz a su hijo Adonis, (Ovid., “Met.”, X. 300-513).


Es una sustancia resinosa aromática. Se obtiene haciendo una incisión en la corteza del árbol Commiphora myrrha, de la cual exuda una resina gomosa, de color amarillo que al secarse tiene formas irregulares y tonalidad pardo-rojiza. Era usada como anestésico para los moribundos o los condenados a muerte, y se solía dar mezclada con vino.
Alejandro Magno al tomar la ciudad de Gaza, acumuló entre los preciosos objetos del botín de guerra 500 talentos de incienso y 100 de mirra. Venía incienso desde Arabia y en el Mar Rojo se recibía incienso incluso de China.

La mirra, junto con el olíbano, era utilizada como producto incensario en los rituales romanos. De hecho, parece ser que o la mirra o el olíbano fueron los regalos que se le dieron a Jesús al nacer (Mateo, 2:11).

Podemos leer en Ovid., Fast., I. 337-343 que la mirra era utilizada, junto con otras hierbas ya citadas, para hacer los humos en los rituales. De hecho, Plinio cita que existen calidades distintas de mirra, que según las mezclas con otras hierbas o resinas será mejor. Ya que de esto también dependía que el humo aguantara más, pues sabemos, como hemos estudiado, que si un carboncillo junto con el incienso se apagara sería motivo suficiente para reiniciar el sacrificio que se estuviera haciendo.


Como curiosidad, hoy en día existe un tipo de insecto de color amarronado con manchas amarillas, cuyo nombre es Myrrha un género de las mariquitas (Myrrha octodecimguttata).


CROCUS SATIVUS (Azafrán).


Aunque era conocida ya en época cretense y micénica, fue Cleopatra quien emplearía un cuarto de taza de azafrán en sus baños calientes debido a sus propiedades colorantes y cosméticas. Lo empleaba antes de los encuentros palaciegos en la creencia de que el azafrán tendría un efecto más agradable. Fue también un importante colorante en la antigua Grecia y en Roma en los teñidos de la ropa, y como curiosidad, se sabe que las calles de Roma fueron rociadas de azafrán cuando Nerón entró en la ciudad.
De forma especial, se podían utilizar especias caras como el azafrán para realizar ciertos cultos incruentos.

En la religión romana, desde tiempos antiguos se atestigua el culto a los bosques. En Roma, los árboles sagrados recuerdan el mito de la Roma antigua cantado por Virgilio en su Eneida. En estos bosques y también alrededor de los árboles sagrados, se desarrollaban los ritos más arcaicos de la religión romana: la higuera Ruminal y los Lupercales, las ceremonias de los Arvales, de la Dea Dia y de Vesta al pie del Palatino. También en España hubo árboles famosos; tenemos noticias de uno plantado por César que crecía en una casa de Córdoba, otro en Cádiz que llamaba la atención por su rareza y un tercero era el olivo de oro, de aceitunas de esmeralda, que estaba en el Heracleion gaditano. Al final de la República Romana quedaban pocos de estos lugares consagrados a los dioses itálicos o etruscos. Quizá algunos de estos cultos continuaron en el Lucus Feroniae de Augusta Emerita, que era un bosque sagrado importado por los colonos romanos, cuyo verdadero carácter aún se desconoce.


Los altares se decoraban con flores y plantas consagradas a los distintos dioses. Los altares de Apolo se exornaban con hojas de laurel; los de Baco con hiedra; los de Hércules con abedul o álamo blanco; los de Júpiter con verbena y encina; los de Minerva con olivo; los de Pan con hojas de pino; los de Venus con albahaca, arrayán o mirto; y sobre todos los altares, sobre todo si eran rústicos (del campo) eran cubiertos en la parte superior con césped, “cespititia” denominados “ara cespititia” o “ara graminea”.


Para que sepáis más sobre las plantas, aunque no necesariamente sagradas, sino las que eran plantadas en huertos, podéis leer un excelente artículo de una fantástica página  (https://domus-romana.blogspot.com).


Por otro lado, si tenéis interés en saber dónde crecen estas plantas, así como un elenco de datos importantes sobre las plantas, podéis acudir a http://www.anthos.es/ una página española que recoge el sistema de información sobre las plantas de España.