Translate

ENCUÉNTRANOS EN:

22 enero 2020

EL SACERDOCIO EN ROMA.

───────────────────────────────────────────────────────────────────────────────

Aquellos encargados del “ius divinum” en Roma eran los “sacerdotes” (de la palabra latina “sacer”, el que hace actos sagrados), cuya principal misión era el cuidado, vigilancia y control de las Divinidades y todo lo relacionado con ellas. El cargo requería una especialización, y conllevaba una serie de obligaciones y privilegios de por vida; primero los reyes y luego la República establecieron que los sacerdotes eran “titulares de sacerdocios colectivos por cooptación después de una elección sometida a condiciones espaciales” y “titulares de sacerdocios individuales por decisión del Pontifex Maximus o de los Quindecimviri”, mientras que en época imperial todo esto se supeditó a la voluntad del emperador. 




Incluso el sacrificio más común implicaba unas normas minuciosas que no se podían respetar sin una experiencia contrastada. Para alcanzar la especialización los sacerdotes formaban parte de los llamado “collegia”, grupos o asociaciones de diferente rango, función e importancia. 


En Roma hubo cuatro grandes colegios mayores, los “Quattuor Amplissima Collegia”, creados por el Estado y ocupados por las mismas personas que ejercían las magistraturas (es decir, la “nobilitas” romana, normalmente, lo que significa que los sacerdotes romanos no tenían por qué dedicarse exclusivamente al culto, sino también a la política o a sus propias familias) para guiar a los políticos en toda acción que afectaba a las divinidades:


- Colegio de los Pontífices: Fundados por Numa Pompilio, estaba compuesto por el “rex sacrorum” (un sacerdote senatorial elegido entre los patricios, siendo el puesto religioso más prestigioso), tres pontífices (15 en época de Sila), tres flamines mayores, las Vestales y pontífices menores. El presidente del colegio era el Pontifex Maximus, elegido en las asambleas populares, que vivía en la Regia, siendo el único que podía entrar en el Templo de Vesta. Los pontífices presidían las ceremonias nupciales, convocaban y presidían los comicios para elegir al rex sacrorum, actuaban como portavoces en el Senado, elaboraban el calendario, atendían a las divinidades protectoras de Roma (Penates y Tríada Capitolina), redactaban los Annales Maximi, controlaban las leyes funerarias y recordaban la ley sacra a los magistrados y cualquier individuo. Desde Augusto, los emperadores asumían el cargo de Pontifex Maximus, hasta Graciano, primer emperador cristiano que rechazó el título.


-
Colegio de los Augures: Los expertos en la adivinación, contaban con dos tipos de libros (Rituales: recogían fórmulas fijas / De Comentarios: recogían resúmenes de actuaciones). Al principio el puesto solo era para patricios, pero la Lex Ogulnia otorgó también el privilegio a los plebeyos, siendo elegidos en asambleas populares, y más tarde por el emperador. Se ocupaban de interpretar la voluntad de los dioses a través de señales en el cielo, el vuelo de las aves, la ingesta que hacían los pollos sagrados, los movimientos de determinados mamíferos y reptiles o acontecimientos extraordinarios. Su relevancia era tal que si la señal divina era de mal augurio podían anular asambleas, elecciones o cualquier medida de los magistrados. Teodosio suprimió a los augures. Al margen estaban los “Haruspices”, de origen etrusco, encargados de presagiar el futuro observando las entrañas (principalmente el hígado) de una víctima sacrificada, sumamente respetados en Roma (salvo excepciones, como Catón, quien decía que dos arúspices no podían mirarse a la cara sin reírse) pero sin estar regulados hasta la reforma de Claudio, que los instituyó en un colegio de 60 miembros que duró hasta el 408. 


-
Colegio de los Quindecimviri Sacris Faciundis: 15 sacerdotes encargados de la custodia de los Libros Sibilinos, textos que también consultaban e interpretaban a petición del Senado. También se ocupaban se supervisar el culto a los dioses extranjeros (peregrina sacra) para permitir su adoración pública en Roma. 


-
Colegio de los Septemviri Epulonum (banquetes sagrados): Fundado en el 196 a.C., eran tres sacerdotes (luego 7) que se ocupaban de los sacrificios y banquetes sagrados dirigidos a los dioses para aplacar su ira. Tenían derecho a usar la toga praetexta, y desde sus comienzos estaba abierto a la plebe. 
Por debajo de estos estaban los Colegios Menores, más conocidos como “Sodales”, hermandades dedicadas a un culto particular y que conservaban el tipo primitivo de asociación de “gens”: 


-
Fetiales: Fundados por Numa Pompilio, son 20 sacerdotes (cooptados entre patricios y plebeyos) encargados de regular las relaciones diplomáticas de Roma con los extranjeros según la religión (sin ellos no se podía declarar la guerra, la paz o firmar un tratado. En las embajadas siempre había cuatro de estos sacerdotes, liderados por el “Pater Patratus”, llevando consigo un cetro símbolo de Júpiter y tierra sagrada del Capitolio, jurando por el pueblo de Roma respetar los acuerdos y sacrificando un cabrito para sellar el pacto. Para declarar la guerra, se acercaban ala frontera enemiga y arrojaban una lanza contra ella, abriendo también las puertas del templo de Jano (como el Imperio era demasiado vasto para los viajes, en Roma se preparó un terreno del templo de la diosa Belona donde arrojar la lanza). 


-
Salios (salii): 12 sacerdotes del culto a Marte, miembros de la aristocracia, cargaban con 12 escudos sagrados de bronce (se les distinguía por sus petos, capas rojas, espadas y sombreros acabados en punta llamados “apex”); se decía que uno de los escudos cayó del cielo en época de Numa Pompilio, haciéndose 11 copias. Realizaban un cántico para mantener a salvo a Roma en las batallas. 


-
Lupercos (luperci): 24 sacerdotes (12 del Quirinal y 12 del Palatino) encargados de la celebración de las Lupercales el 15 de febrero, en la que, desnudos, debían correr alrededor del Palatino con unas correas (hechas con la piel de una cabra recién inmolada) para azotar a todas las mujeres que veían, consiguiendo así que fuesen fecundas. 


-
Hermanos Arvales: 12 sacerdotes del culto de Dea Dia, divinidad de la agricultura, creados por Rómulo para la protección de los campos labrados (“arva”). Estaban liderados por un magister elegido durante las Saturnales, y cuando un hermano moría era inmediatamente reemplazado por otro miembro elegido. 


-
Titos (titii): Creados por Tito Tacio o Rómulo en honor a Tacio para preservar los cultos sabinos, siendo su sumo sacerdote el “Rex Sacrorum”. 


-
Vestales: Sacerdotisas consagradas al culto de Vesta, de cuyo bienestar dependía la seguridad de Roma. Debían ser vírgenes, hijas de padres reconocidos y de gran belleza, escogidas por el Pontifex Maximus entre los seis y diez años. Su mayor responsabilidad era mantener encendido el fuego del templo de Vesta, aunque también elaboraban la “mola salsa” para todos los sacrificios estatales. Su servicio duraba 30 años (10 de aprendizaje, 10 de servicio y 10 de instrucción de las novicias), tras lo cual podían casarse si querían, aunque normalmente se mantenían célibes. Si el fuego se apagaba, la vestal responsable era azotada; podían hacer testamento sin el apoyo familiar, indultar a un condenado a muerte si se encontraba con él por casualidad... pero si perdían la virginidad eran condenadas a ser enterradas vivas, mientras que el hombre era azotado hasta la muerte. Estaban lideradas por la Virgo Vestalis Maxima. 


-
Augustales: Creados por Tiberio para preservar el culto de la “gens Iulia” desde el 14 d.C., eran 21 sacerdotes elegidos de entre los principales personajes de Roma. 


A continuación, seguían los sacerdocios individuales, llamados “Flamines”, como los sacerdotes locales o provinciales, o los sacerdotes de determinados santuarios y los que se encargaban de los cultos familiares (como era el Paterfamilias). Eran sumamente variados, como por ejemplo: Albani, Cabenses, Caeninenses, Lanuvini, Laurentes, Lavinates, Suciniani, Tasculani... o sacerdotisas de Bona Dea, Magna Mater, etc... Tenían mucho prestigio desde la época de Numa Pompilio, aunque desde la reforma religiosa de Augusto los flamines se convirtieron casi en aduladores del príncipe. Concebidos como estatuas vivientes de los dioses que protegían, debían preservar la pureza, alejándose de la línea de “pomerium”, no tocar a los muertos ni presenciar un entierro, no contactar con animales asociados a los infiernos, no probar alimentos crudos... Su persona era sagrada e inviolable, quedando exentos de trabajo, servicio militar o cargos públicos (podían tener esposas, las flaminicae, cuya unión simbolizaba el matrimonio ideal). Principalmente había dos categorías: 


- Flamines Mayores: Quirinalis, encargados del culto a Quirino / Martialis, culto de Marte / Dialis, culto de Júpiter. 


-
Flamines Menores: de numerosas divinidades, como Ceres, Vulcano, Portuno...