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25 abril 2020

FIESTAS DE LAS ROBIGALIA.

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Hoy es el día de las fiestas ROBIGALIA. Es curioso cómo se le da culto a una divinidad que está relacionada con un hongo, la roya, el tizón o verduguillo del grano del cereal, que ataca en las primeras fases de crecimiento. Los labradores temían a este hongo concretamente, tal como nos dice Plinio, “H.N.”, XVIII.69: “Los Robigalia fueron establecidas por Numa en el cuadragésimo año de su reinado, y se sigue celebrando en el séptimo día antes de las calendas de mayo, ya que es en este período el moho hace su primer ataque en el cultivo de cereales. Varrón fija este problema en el momento en que el sol entra en el décimo grado de Tauro, de acuerdo con las teorías que prevalecían en su época: pero la verdadera causa es el hecho de que treinta y un días después del equinoccio de primavera, de acuerdo con las observaciones de varios pueblos, el perro-estrella se fija entre el séptimo y cuarto antes de las calendas de mayo, y como es una constelación funesta en sí misma, para apaciguarlo primero debe ser sacrificado un perro joven”.


Leemos en Varrón, “L.L”, VI. 16 que: “Los Robigales (Robigalia) recibieron su denominación por Robigo (Robigus): se sacrificaba a este dios a lo largo de los sembrados, para que la roya (robigo) no invada los sembrados”. 

 


Explicar que durante muchos años fue considerado un dios masculino, pero autores como Ovidio, Columela, Tertuliano o Lactancio lo presentan con género femenino, quizá por ser femenina, en latín, la palabra “roya”. Según afirma Tertuliano, De spectac. 5, 8, el dios Marte se relacionó a Robigo, divinidad que alejaba la roya de las mieses, de manera que el Flamen Quirinalis (recordemos que Quirino estaba vinculado a Marte) realizaba el sacrificio en honor a la deidad. 

Al amanecer, en un altar adecuado en Roma, el Flamen Quirinalis realizaba un doble sacrificio para apaciguar o atraer la simpatía de Robigus: un cachorro de perro y un cordero lechal (es decir, de dos años). Con las entrañas se realizan los augurios pertinentes. Después, sería una perra y una cordera lechal, lo que se sacrificaría. 


Al atardecer, partiendo de Roma, una procesión liderada por el Flamen Quirinalis se dirigía a una arboleda consagrada a Robigus en el quinto miliario de la vía Claudia, muy cerca del puente Milvio. Curiosamente, este “locus sacer” o lugar sagrado, recibe el nombre de bosque del Viejo Moho.


Es importante que las víctimas a sacrificar sean de pelaje rojizo, estando este color asociado a Robigus, al grano del cereal cuando está maduro –e incluso a la herrumbre-. Es un color que destaca sobremanera en el sacrificio: la sangre y los "exta" –entrañas- lo son; en contraste con el blanco de las vestimentas sacrificiales del flamen y de los que le acompañan en procesión para asistir al solemne evento. 



Este rito religioso tiene en realidad similitudes con actos más asociados a la magia y la superstición, como el sacrificio de un perro, animal que rara vez se emplea cuando está asociado a divinidades –salvo aquellas de carácter infernal o ctónico-. 

Como curiosidad comentar que la fiesta de S. Marcos coincide con la festividad romana de los Robigalia. ¿Cómo nace esta fiesta? Al menos en el s. XV, pero fue en el s. XVIII cuando por una plaga al trigo se volvió a instaurar, al menos, en San Martín de la Vega (Madrid) celebrándose entre 24 y el 30 de abril. ¿Qué se hace en esta fiesta? Realizar una procesión por alrededor de la localidad, donde están los campos, llevando al santo en andas. Después se realiza una comida y otras actividades. ¿Cómo es representado este santo? curiosamente, con una espiga de trigo.