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29 mayo 2020

DÍA DE LA TOMA DE CONSTANTINOPLA.

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Como hoy se conmemora la conquista de Constantinopla, 29 de mayo de 1453, queremos hacer una pequeña referencia a lo que era la situación religiosa de este Imperio Oriental mal llamado, para algunos, Bizantino.


La religión mayoritaria del Imperio Bizantino es el cristianismo en su versión oriental (ortodoxa). El elemento central de esta religión descendiente del judaísmo es la fe en Jesucristo, Dios hecho hombre, muerto y resucitado. Después de siglos de persecución, el emperador Constantino publica en 313 un edicto de tolerancia. Más tarde, en 392, Teodosio I impone el cristianismo como religión del imperio.


La célula básica es la iglesia local dirigida por el obispo, sucesor de los apóstoles. Las iglesias locales, organizadas en diócesis según el modelo de la administración imperial, se agrupan en provincias dirigidas por un metropolita y éstas, a su vez, se agrupan alrededor de iglesias prestigiosas, los patriarcados: Roma, Constantinopla, Alejandría, Antioquía y Jerusalén. Los obispos o patriarcas de los cinco patriarcados se reúnen en concilios ecuménicos para resolver asuntos comunes de dogma y organización. Después del siglo VII, los patriarcas orientales se ven rodeados por el islamismo y la rivalidad entre Roma y Constantinopla ocupa el primer plano. A partir del siglo XI, la voluntad de Roma de imponer su autoridad a toda la Iglesia causa un conflicto duradero con Constantinopla (cisma de 1054).


La vida religiosa de los feligreses está estructurada alrededor de la vida litúrgica. Los sacramentos de iniciación, que marcan la pertenencia a la iglesia, son el bautismo (poco a poco el bautismo de los niños suplanta el de los adultos), la crismación (recepción del Espíritu Santo) y la eucaristía (comunión con el cuerpo y la sangre de Cristo). La sintaxis eucarística es un momento sustancial de la práctica religiosa. Otro rito primordial es la penitencia o el perdón de los pecados. Tras la penitencia pública de los primeros siglos, se instaura paulatinamente un rito individual en el que el pecador confiesa sus pecados a un sacerdote. Este rito, que nace dentro del monacato, genera un conflicto entre la iglesia institucional (que considera este sacramento como una responsabilidad del obispo, aunque pueda delegarla a un sacerdote) y los monjes (que lo asimilan a la guía espiritual y pretenden que sea dominio reservado de los monjes carismáticos; Simeón el Nuevo Teólogo, siglo X).


El culto de las reliquias de Cristo y de los santos, que se consideran milagrosas, se combina con la necesidad de representar la religión de una forma figurada que la humanice, lo cual lleva a venerar las imágenes de Cristo y de los santos. En los siglos VIII y IX, algunos emperadores intentan prohibir la veneración de las imágenes o incluso la mera representación de Cristo. Esta política iconoclasta, que divide al imperio durante varios decenios, acaba en el triunfo de las imágenes y de su culto (Triunfo de la Ortodoxia, 843). La imagen —frescos y mosaicos de las iglesias o iconos transportables de madera en los que los personajes se representan siempre de frente— pasa a ser un símbolo de la piedad bizantina.


Para la vida religiosa:
https://www.qantara-med.org/public/show_document.php…

Si queréis conocer más sobre lo sucedido en esta etapa histórica tan importante, en el momento de finalización del Imperio Romano, podéis leer el excelente artículo en Despertaferro:
https://www.despertaferro-ediciones.com/…/bizancio-caida-…/…

Cheynet J.-C., (dir.), Le Monde Byzantin, II, L'Empire byzantin (641-1204), "Nouvelle Clio", París, 2006.

Soto Chica, J., “Bizantinos, sasánidas y musulmanes. El fin del mundo antiguo y el inicio de la Edad Media en oriente. 565-642” Tesis Doctoral, Granada, 2010.